De Katwe a Wimbe

En estos tiempos en los que el adultocentrismo de la sociedad se ha puesto en evidencia, en #imperdibles_AFK os traemos dos historias inspiradoras protagonizadas por niñes. La Reina de Katwe y El niño que domó el viento.

Las ponemos juntas porque ambas son historias reales narradas desde África, historias que nos muestran otros puntos de vista, otras formas de vivir, pruebas de que el mundo existe más allá de Hollywood y lo de siempre. Y porque, como decía antes, pone a la infancia en el centro. En ambas, el hecho de destacar intelectualmente, no solo marca la diferencia entre la mediocridad y el éxito, sino que de esas capacidades depende que toda una familia o incluso todo un pueblo salga de la pobreza.

La reina de Katwe

Este film de Disney está basado en la historia de Phiona Mutesi, una niña de Katwe, Uganda, que descubre el ajedrez en el casal social de su pueblo, resulta ser brillante y, con la ayuda y los ánimos de su profesor, consigue salir del país y convertirse en campeona. Pero antes tiene una lucha interna por decidir si perseguir su sueño o seguir su vida como siempre para no enfrentarse a la decepción, puesto que las niñas como ella están destinadas a perder, a casarse y tener una vida precaria únicamente destinada a sobrevivir cada día.

El niño que domó el viento

Este otro de Netflix cuenta la historia de William, de un pueblo de Malawi llamado Wimbe. Su padre vive de la tierra y trabaja duro para mandarlo al colegio, pero las cosechas disminuyen, el dinero escasea y finalmente es expulsado por falta de pago. Con ayuda de un profesor, que ve su potencial, consigue colarse en la biblioteca del colegio y sigue estudiando ciencias por su cuenta. Allí encuentra un libro en el que describe la forma de crear un molino que podría llevar agua a su pueblo para acabar con la hambruna que amenazaba a su gente.

Ambas nos recuerdan que la infancia es el recurso más valioso, y que debemos pararnos más a escucharla, mirarla a los ojos y creer en ella.

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La semana pasada hablamos de cómo una peluquera ayudaba a una niña que se consideraba fea a recuperar su autoestima, a no despreciarse por su color de piel aunque lo hicieran otros. Me hace gracia mencionarla para hablar de esta película porque, en este caso, es una niña asistente en la peluquería de su padre, la pieza clave en el camino interior de una mujer adulta.

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