MANIFIESTO DE LA RED AFROFEM SOBRE MISOGYNOIR EN ESPACIOS ORGANIZADOS DE LA COMUNIDAD NEGRA EN EL ESTADO ESPAÑOL
Desde la Red AfroFem, como espacio de coordinación de individualidades, colectivas y grupos afrofeministas en el estado español, queremos expresar nuestra posición política respecto a las conductas de violencia machista y LGBTI-fóbica que se han producido de manera reiterada y sostenida en espacios organizados de las comunidades Negras, Africanas y Afrodescendientes en este territorio.
Para nosotras, no es fácil trabajar desde la activación política de los Feminismos Negros, más aún en el estado español. Impopulares entre el activismo Negro, al que siempre sostenemos pero que rara vez nos sostiene. ¿Por qué?
Encontramos algo de luz en el texto “Edad, raza, clase y sexo: las mujeres redefinen la diferencia” cuando Audre Lorde nos dice que “La necesidad de unidad frecuentemente es mal entendida como necesidad de homogeneidad, y una visión Feminista Negra se confunde con una traición a nuestros intereses comunes como pueblo” (…) “la necesidad de denominar erróneamente e ignorar a las lesbianas Negras proviene de un miedo muy real al hecho que las mujeres Negras abiertamente identificadas con las mujeres, que ya no dependen de los hombres para autodefinirse, puedan reordenar todo el concepto de relaciones sociales”.
O en el dialogo hooks-Hall: “¿Hasta qué punto las pensadoras Negras comprometidas con el feminismo desde el principio no pudieron intervenir como pensadoras destacadas y poderosas dentro del movimiento (Negro), porque la mayoria de esas pensadoras eran y siguen siendo mujeres lesbianas?” (…) “si debajo de la incapacidad de la masculinidad Negra para romper con el patriarcado hay un miedo abrumador a la homosexualidad ¿Cómo podemos intervenir?”.
Pues así: Interviniendo. Accionando. Hablando. “nuestros silencios no nos protegerán”.
En estos territorios del reino de españa, vemos cómo permean discursos heterosexistas en torno a la familia Negroafricana y el papel de la mujer en esa estructura, donde la ensalzan y encierran a la vez como pilar fundamental que sostiene. Estos discursos patriarcales y misóginos están totalmente al servicio del colonialismo cultural, que se supone combaten las posturas autodenominadas panafricanistas de donde emanan. Se basan en intentar fabricar una copia Negra de la familia nuclear burguesa occidental, romantizando el hecho de que las mujeres Negras somos el sostén y espina dorsal de nuestras casas, familias y comunidades. Pretenden que siga siendo así durante el proceso de liberación del pueblo Negro, que es el proyecto panafricano, y que además lo hagamos por amor. Por amor Negro.
Además, estos discursos ignoran por completo trabajos como los de Ifi Amadiume, Oyeronke Oyewumi o Gloria Wekker en torno a las relaciones entre mujeres y las diferentes formas de organización social, sexo-afectiva y familiar en las sociedades africanas precoloniales; del mismo modo que, citando ejemplos mas cercanos, ignoran los de Remei Sipi, Lucia Mbomio o Trifonea Melibea Obono en torno a las experiencias reales de las mujeres Negroafricanas y Afrodescendientes desde la migracion o la diáspora en el estado español o la disidencia sexual en Guinea Ecuatorial, respectivamente.
Y no nos confundamos, algunas de nosotras nos nombramos también panafricanistas porque compartimos los horizontes de liberación revolucionaria que el panafricanismo dibuja para las comunidades Africanas y Afrodiaspóricas. El panafricanismo aboga por la liberación de todas las personas africanas de cualquier forma de dominación. Por eso sabemos que el panafricanismo no nos quiere subyugadas ni al hombre africano ni al sistema. El problema no es el panafricanismo, ni la familia. El problema es el marco cisheterosexista que dibujan algunos discursos en el activismo Negro en españa. Sin olvidar la contradicción de clase que supone defender posiciones LGBTI-fóbicas desde el panafricanismo, considerando los niveles de precariedad y exclusión que afectan a las comunidades disidentes Africanas, Negras y Afro.
Por esto, tras demasiado silencio hacia el exterior que, aunque no nos ha protegido, ha sido necesario para debatir y construir una estrategia, hoy voces afrofeministas de este estado coordinadas en Red AfroFem hemos decidido dejar de ignorar este hecho, dejar constancia de realidades tangibles y dolorosas experimentadas por mujeres, personas no binarias o género-sexo disidentes africanas y afrodiaspóricas en este territorio y pasar a la acción en tanto que somos parte de muchas organizaciones mixtas de nuestras comunidades.
Alzamos la voz alto y claro para sostener que la violencia hacia nuestros cuerpos, voces y posiciones deteriora no solamente las relaciones intracomunitarias, ya que desoyen y faltan al respeto a nuestros propios códigos culturales, degradando la agencia de las mujeres y disidencias Africanas, Negras y Afro como le gusta al amo; sino que además torpedea las posibilidades de articulación como sujeto político en este territorio. Así, la violencia intracomunitaria sirve a los intereses del estado-nación colonial al que no le interesa vernos alzadas y dignas como comunidades Negras libres.
Hablamos. Intervenimos. Accionamos: “Nuestro silencio no nos protegerá”.
Nombrar la realidad hace posible que esta adquiera un estatus. O dicho de otra forma: lo que no se nombra, no existe. La forma de violencia que combina el racismo y el sexismo dirigido específicamente hacia las mujeres Negras se conoce como Misogynoir . El término fusiona las palabras «misoginia» y «noir» y explica una forma de violencia basada en los prejuicios y estereotipos creados sobre las mujeres Negras como «caliente», «agresiva», «cuidadora», «vulgar», «escandalosa» o como una «súper mujer», que puede con todo sin cansarse. Este concepto fue acuñado por Moya Bailey para explicar el odio, ridiculización, menosprecio y desconfianza hacia las mujeres Negras, minimizando nuestras voces y experiencias.
Cada vez que se menciona la violencia ejercida en espacios de la comunidad, esta se minimiza sin reconocer que se trata de una violencia real. Estamos hartas y cansadas. La última denuncia pública fue en septiembre, pero no es la primera vez que se reportan casos de violencia hacia mujeres y disidencias Negras por parte de personas vinculadas a nuestros espacios.
Reflexionar sobre este silencio colectivo implica abordar que dicho silencio es cultural pero también político. Con este manifiesto nosotras elegimos desterrar la cultura del silencio y dejar de aceptarlo como norma frente a los casos de violencia en nuestra comunidad, por miedo. Miedo a alimentar el racismo en nuestra contra, al estigma de la Negrofobia, al estereotipo del «Black macho” o temer por la situación de vulnerabilidad administrativa que afecta a muches de nosotres. Hablamos porque callando terminamos siendo cómplices y perpetuamos la misogynoir que sufrimos.
Nos posicionamos contra la misoginia en espacios de la comunidad porque se trata de un patrón que nos resuena desde la herida profunda de la traición política que supone por parte de nuestros hermanos de lucha, pero sobre todo porque dinamita desde dentro los espacios que compartimos. La reproducción de marcos coloniales y burgueses de exclusión y menosprecio hacia las mujeres y disidencias que tenemos que aguantar, nos muestra el grado alarmante de desconocimiento de las herencias culturales africanas y afro, pero también el desconocimiento de los legados de luchas de liberación anticoloniales africanas y afro-diaspóricas.
Nos alzamos para decir basta al silenciamiento cada vez que ocurre violencia. Sabemos perfectamente que, por el hecho de ser mujeres y disidencias Negras politizadas, la violencia se ejerce con la pretensión de disciplinar y colocarnos en una posición sumisa. Como también sabemos que esta situación no requiere un accionar individual, sino colectivo. Entendemos que estamos enfrentando un problema estructural al que debemos responder de manera urgente como movimiento. Las situaciones de misoginia en los espacios de militancia debilitan y perjudican nuestra acción política en defensa de nuestros derechos colectivos. Somos muchas las que hemos evitado la denuncia pública creyendo, erróneamente, que así protegemos a nuestras colectivas, cuando en realidad perpetuamos la violencia y el deterioro de nuestros espacios de militancia al permitir que le siga pasando a otras hermanas y hermanes. Porque en la complicidad del silencio está el espacio de comodidad de los agresores.
Es fundamental visibilizar este problema y romper con la impunidad. La idea de que las mujeres y disidencias Negras sintamos la necesidad de «aguantar» por el bien común, reproduce dinámicas coloniales, racistas y patriarcales donde algunos interpretan el silencio como una muestra de «fortaleza» o compromiso con la comunidad. Pero esa percepción ni reconoce la realidad de la violencia, ni la necesidad de repararla, ni la ve como un problema político grave en nuestra lucha colectiva.
Vamos a dejar de pretender “lavar la ropa sucia” en privado porque todes sabemos que esa colada nunca se hace y es tiempo de abordar esto de manera efectiva, abierta y comunitaria. Hablar sobre las agresiones no solo es un acto de resistencia, sino también de reparación colectiva, una forma de justicia para aquellas que nos hemos callado o han sido silenciadas y un ajuste del rumbo hacia la liberación colectiva de nuestras comunidades Negras en diáspora.
Desde que nos constituimos como red, una de las principales motivaciones fue generar un espacio colectivo desde la posición política de los Afrofeminismos en este territorio. En esa misma línea de organización colectiva, tejer redes de apoyo mutuo como ya hacían nuestras predecesoras. Las diversas asociaciones de mujeres de la diáspora africana en este territorio ya se organizaban, al menos desde los años ‘80, en espacios no mixtos para evitar dinámicas de menosprecio y violencia. El hartazgo es, por tanto, histórico y la motivación de formas propias de organización y resistencia van más allá de la simple falta de escucha o no tener en cuenta nuestras preocupaciones, como mujeres y disidencias Negras, en espacios mixtos.
Siguiendo el ejemplo de nuestras madres, tías y primas, siempre hemos hablado entre nosotras, compartiendo nuestras vivencias y reflexionando sobre las diversas violencias que nos atraviesan. En nuestros espacios nunca hemos dejado de hablar, especialmente cuando se produce una agresión. Este intercambio constante es la base de nuestra fuerza y resistencia a la misogynoir con la que convivimos en muchos espacios mixtos de la comunidad.
En nuestras reflexiones y diálogos sostenemos de manera constante la ira y el enfado, pero no buscamos venganza. Buscamos construir comunidades Negras y Afrodiaspóricas más armónicas, justas y libres. Frente a la violencia intracomunitaria, nosotras soportamos la carga mental que implica preocuparnos por nuestra comunidad y hemos observado que una de las mayores barreras para denunciar es el propio racismo.
Primero, estamos condicionadas por la existencia de la frontera sur y la propia ley de extranjería, que limita y afecta nuestras vidas de manera directa en situaciones de migración e irregularidad administrativa. Después, nos condiciona saber que el sistema policial y judicial tiene un sesgo racista hacia los hombres Negros especialmente si son migrantes. Los coloca en una posición de indefensión ante la justicia cuando, como constatamos en demasiadas ocasiones, el feminismo blanco (con su obsesión por ensalzar el género sobre todo lo demás), acaba bestializando y sexualizando a nuestros hermanos en acusaciones públicas y argumentos inclinados al estereotipo del Negro violador/juerguista/irresponsable.
Desde esa conciencia de las intersecciones que afectan a los diferentes cuerpos de nuestras comunidades, en este territorio antiNegro, sostenemos que el sistema policial y judicial del estado no ofrece un marco de resolución a las situaciones de violencia al interior de nuestras comunidades, más bien las propicia. Aun así, el miedo a las consecuencias de un sistema injusto no debe interponerse en la protección de la persona agredida y su propio proceso de reparación. Es esta persona, la agredida, quien debe decidir qué medidas tomar sin ser violentada públicamente ni acusada de traición.
Juntas resistimos ante las adversidades, reafirmamos nuestra afrodescendencia y africanidad, honramos la historia y la lucha de nuestras ancestras. Queremos transformar. Sin embargo, sentimos que nuestra rabia crece impotente al ver cómo el racismo estructural refuerza al patriarcado y cómo algunos hombres de nuestra comunidad se aprovechan de este poder para ejercer más violencia, mientras los que no se aprovechan directamente, se benefician del confort de observarlos en silencio.
Hermanos, se acabó el tiempo de pedirnos pedagogía o performarla de cara a la galería sin base ni impacto alguno: ahora os exigimos que os hagáis responsables de vuestra violencia de forma colectiva. Estamos hartas y cansadas de que no asumáis vuestra misoginia, y de que esperéis que, por el hecho de ser mujeres y disidencias Negras, os maternemos, excusemos y además carguemos estoicamente con las consecuencias de vuestro machismo.
Somos conscientes de que vivimos en un mundo antiNegro, marcado por una Afrofobia estructural. Como comunidades Africanas, Negras y Afro, solo podemos sobrevivir juntas; y para sostenernos mutuamente y tener organizaciones sólidas y cohesionadas es necesario que os hagáis cargo de vuestra violencia. Queremos honrar la memoria de nuestras ancestras rompiendo el ciclo de la violencia para las próximas generaciones. Os toca mover ficha.
***
El caso de Sevilla Negra es un ejemplo claro. En septiembre de 2024, se hizo pública una denuncia que señala el carácter machista de la organización, acusándola de encubrimiento y de haber orquestado una campaña de acoso para silenciar a una hermana agredida. Es importante aclarar que esta denuncia pública no es la primera que ha llegado a la RedAfrofem. En el verano de 2023, se inició un proceso de acompañamiento y gestión de otro caso desde un enfoque intracomunitario y no punitivo, que terminó con un compromiso falso por parte de la organización para revisar sus conductas patriarcales, no sólo las de algunos de sus miembros, sino también como colectivo.
Sin embargo, tras este hecho en 2023, las acciones concretas de la organización han sido inexistentes, y desde la red hemos tenido conocimiento de más casos de violencia protagonizados por integrantes de la organización.
En el último caso que se ha hecho público, nuestra hermana denunció abiertamente en sus redes sociales la violencia psicológica que sufrió debido a las actitudes misóginas de varios miembros de la organización. También denunció haber sido agredida en el marco de actividades organizadas por Sevilla Negra, y la negligencia (e indiferencia) con la que se gestionó la situación. Además, la organización ejerció un chantaje público apelando a la «compasión» por la situación administrativa irregular de algunos de sus integrantes. Esto quedó reflejado en un mensaje difundido en diversos grupos de WhatsApp de espacios sociales de Sevilla, donde alegaban que era «importante tener en cuenta que muchos de [sus] miembros tenían situaciones personales y legales extremadamente complicadas, como la falta de documentación» y que este «contexto afectaba la forma en la que [vivían] y [trabajaban]». En resumen, como ya habían hecho en los círculos privados de la hermana agredida, apelaban al silencio y al chantaje sin ofrecer ningún tipo de reparación.
A raíz del caso de violencia machista que ha sacudido a la izquierda institucional en el Estado español, muchas hermanas han comenzado a compartir reflexiones que venimos realizando en este espacio de coordinación, así como a nivel interpersonal, sobre cómo abordar estas violencias intracomunitarias. A los misóginos de nuestra comunidad y a sus encubridores: os tenemos identificados. Desde los hombres que buscan flirteo sexual con chicas mucho más jóvenes, pasando por los lgtbifóbicos que critican a parejas de la comunidad por romper el modelo tradicional de familia al estilo del más puro pensamiento blanco burgués, los que critican, insultan o dan la espalda a personas sexo-género disidentes de nuestra comunidad, hasta los encubridores de la violencia, como sucede en el espacio de Sevilla Negra, o los perpetradores de estas violencias. Sabemos quienes sois.
Precisamente, la reacción de algunas afrofeministas de este territorio ha generado respuestas basadas en el miedo. En particular, Sevilla Negra emitió un comunicado plagado de falsedades y un cínico machismo:
En ningún momento se le ofreció a la hermana ningún tipo de acompañamiento, abordaje o mediación ante las situaciones de violencia que estaba notificando. Al contrario, la presión para silenciarla fue la reacción desde el principio.
La formación que dicen que han recibido, no ha tenido ningún tipo de impacto, ya que en este comunicado, se presentaron como «víctimas» de la educación patriarcal, lo que, según ellos, los llevó a cometer «errores», cuando la conducta de sus miembros ha sido reiterada y ha afectado a más de una hermana. No mencionan ningún propósito de enmienda a esta carencia que detectan.
La hermana agredida en un ejercicio de voluntad de conciliación y sin que nadie se lo solicitara, hizo llegar mediante un email una serie de medidas de reparación, cosa que demuestra su intención de proceder sin punitivismo. La respuesta por parte de la organización fue bloquearla sin responder. Piden alternativas de reparación cuando ya fueron dadas y deliberadamente ignoradas.
El perdón, en todo caso, tiene que estar conectado, en primer lugar, a que se diga la verdad reconociendo los hechos y, en segundo lugar, no puede estar motivado por intereses particulares de reputación pública sino a una voluntad sincera de reparación. Por lo tanto, esta medida de ‘’pedir perdón’’ es otra forma de violencia puesto que se busca que se cierre el caso sin una reparación real. Utilizan el arraigo de la tradición del perdón judeocristiano como herramienta de silenciamiento de violencias: tras un perdón, todo queda zanjado, aunque no se conceda, como es en este caso por lo expuesto anteriormente. Además, al no haber intención de ninguna acción de reparación tras ese ‘’perdón’’, se revictimiza a una hermana que se ve obligada socialmente a aceptarlo.
Todo esto nos lleva a dos conclusiones: primero, que su constante apelación al silencio público demuestra que es ahí donde se sienten más cómodos; y segundo, que el proceso iniciado en 2023 fue improductivo, ya que es evidente la falta de una reflexión sincera.
A raíz de este caso, y de muchos otros en las distintas comunidades autónomas del territorio, lo que exigimos no son medidas superficiales que funcionen como una simple lista de verificación. Apelamos a una verdadera reflexión y compromisos colectivos sobre la misogynoir y las dinámicas de poder patriarcal en espacios de nuestra comunidad. Espacios en los que las voces de las mujeres y disidencias Negras, sostén en gran medida de estas organizaciones a nivel estratégico y de cuidados, son minimizadas a menudo en favor de la validación blanca; y somos también receptoras de violencias por parte de quienes se hacen llamar nuestros hermanos.
Por lo tanto, no somos nosotras las que, con este manifiesto, proponemos una lista de tareas; más bien, expresamos nuestra posición política como movimiento, consolidada a lo largo del tiempo y tras un ingente trabajo en este y otros espacios. Instamos a los hombres de nuestra comunidad a trabajar, a trabajarse y a tomar urgentemente todas las medidas necesarias para romper con el pacto colonial-patriarcal.
Esto no significa que vosotros, hermanos, seáis ni más ni menos machistas que los hombres no Negros: el cisheterosexismo se encuentra en todos los espacios como la imposicion colonial que es. Y hasta que no entendáis que esto forma parte de nuestro proceso de descolonización, os responsabilicéis y trabajéis activamente para reparar esta violencia, no podremos alcanzar una verdadera liberación. No va a haber una reparación genuina si no existe un deseo de cambiar. Romper la brecha de la violencia implica un trabajo profundo y colectivo de reflexión, acción y transformación. Para romper el ciclo de la violencia colonial que cargáis, es esencial que os miréis hacia dentro y que hagáis vuestra parte, no como espectadores o jueces de las agresiones ajenas, sino como sujetos activos de un proceso de liberación que debe empezar desde cada uno de vosotros y extenderse a toda nuestra comunidad.
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Sabemos que el caso de Sevilla Negra no es el único, y agradecemos a nuestra hermana por haber roto el patrón del silencio. Nuestra memoria colectiva guarda más casos de violencia en espacios de la comunidad. Es el momento de colectivizarlos. Por eso abrimos un espacio de recogida de testimonios anónimos.
Hermanas y hermanes, si habéis vivido casos de violencia no estáis soles. Visibilicemos la misogynoir desde nuestro propio espacio. Si has vivido agresiones en organizaciones, asociaciones o colectivos de la comunidad Africana, Negra y Afro, este es el momento de alzar la voz y compartir tu experiencia.
Accede al formulario en este enlace.
En cualquier momento que necesites, que sepas que hay una red disponible para recibirte con los brazos abiertos sin juicios. No podemos luchar por tí pero lucharemos contigo: no te vamos a salvar, pero podemos acompañarte. Basta de limpiar la ropa sucia en casa, reabramos los lavaderos colectivos: queremos verdad, justicia y reparación.
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RedAfrofem es un espacio abierto de encuentro y acción colectiva de las feminidades afrofeministas en el estado español:
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