¿El color hace la raza?
Antecedentes
Mi madre y mi padre eran de nacionalidad española, por mucho que a la mayoría de la gente le cueste creerlo por ignorancia histórica. Mis abueles también lo eran.
Mi padre era lo que se llama blanco y mi madre era lo que se llama negra. Y yo soy lo que se llama mulata, aunque si te declaras antirracista deberías eliminar esa palabra de tu vocabulario porque la RAE no está muy por la labor. (La etimología es «mula» y no surgió como un piropo precisamente. Añado que «negro» tampoco.)
Me he criado en una familia negra y he vivido en un mundo blanco.
Me casé con un hombre lo que se podría llamar «blanco vikingo«, y mis hijes son lo que se podría llamar «blanco español estándar«
Anécdotas
Una de las primeras veces que fui a buscar a mi hija a la sede de su grupo de escultismo, ella me saludó al verme y una niña le preguntó quién era.
—Es mi madre —respondió mi hija.
—Anda ya. ¿Cómo va a ser tu madre si tú eres blanca y ella es negra?
Mi hija, que es muy suya y que probablemente jamás se había planteado nada parecido, simplemente pasó de responder y siguió con su vida.
Curiosamente también en el grupo de escultismo, lo que se considera un espacio abierto y respetuoso, en una excursión de madres y padres nos hicieron hacer una dinámica de grupo (las odio), en la que teníamos que representar los valores que nos gustaría que se inculcasen a la muchachada. Había una madre que iba con una niña pequeña, que decía «tolerancia» muchas veces. Era como que le daba mucha importancia y como si quisiera recalcar lo importante que era precisamente por estar delante de mí: una persona de una «raza» diferente a la que había que tolerar. Y precisamente, por tanto reiterar, la niña acabó preguntando. No recuerdo bien la pregunta, ni siquiera recuerdo bien la respuesta. Algo así como que la gente tiene diferentes colores de piel pero que no hay que despreciar a nadie por ello. Lo que sí recuerdo bien fue la respuesta de la niña. Mirándome y señalándome con el dedo y con un tono muy grosero le dijo a su madre:
—Ella tiene la piel negra.
—Ninguna persona tiene la piel totalmente negra ni totalmente blanca. —Contesté. —Eso son etiquetas para separar.
Que ya ves tú lo que entendería la cría de todo eso, pero yo me quedé a gusto, porque oye, me había ofendido la niña. La madre se apresuró a disculparla y a decirme que no lo había dicho con mala intención, y yo asentí con la cabeza pero de morros, en plan «claro, claro, si nunca es con mala intención.» Lo que yo me pregunto es qué le había hecho a esa niña (criada en ese hogar tan respetuoso y «tolerante») pensar y decir con tal seguridad que yo soy negra, cuando entre su piel y la mía probablemente haya medio tono de color de lápiz de Ubuntuland.
Una tarde, entro en el parque con mi hijo pequeño y, como siempre, él corre a jugar mientras yo me entretengo en cerrar la puerta. Había otras dos madres con sus hijes. Una le dice a la otra que qué niño más guapo. La otra le da la razón. La primera insiste. La segunda dice además que qué espabilado, y que tan chiquitito se sube a todo sin miedo y bla, bla, bla… (Sí, mi hijo lo peta. Igual es que le dejo jugar y trepar a las cosas y no me paso la tarde gritando «te vas a caer»). Yo observo a una distancia prudencial, como siempre. Socializar no es lo mío. La primera madre indaga, y por fin nota por interacciones del niño conmigo que yo soy su acompañante. Entonces empieza a dirigirse a mí. Que si qué guapo el niño. Y yo, mmpfff. Y finalmente la osadía:
—¿Es tu hijo?
—Sí.
—¿Qué ha salido? Al papá, ¿no?
—Pues la gente me dice que es clavadito a mí, oiga.
—Pues yo no lo veo.
—Pues hay gente que ve más allá del color.
Y luego ya cada una a su hijo, que estamos todas más guapas.
¿Y esto por qué me lo cuentas?
Pues porque veo a muchas personas negras reivindicarse como negras. Y oye, me parece estupendo. Pero me da mucha rabia que luego vayas por ahí diciendo tu opinión sobre las cosas y te digan que bueno, que yo las personas negras que conozco les gusta que las llamen negras y no les gustan los eufemismos. A lo que yo quiero dejar bien claro que las personas negras no somos un todo. Somos seres independientes con ideas y opiniones propias. De nada.
Dicho esto, yo no me considero negra, ni me gusta que me llamen negra por dos razones muy básicas:
- Como dije antes, las personas no son ni blancas ni negras, ni mucho menos amarillas o rojas. ¿Has visto a alguna persona oriental reivindicarse a sí misma como amarilla? ¿Por qué hacemos eso las personas negras? El apelativo de negro nos lo puso el colonialismo al descubrirnos e invadirnos. Antes de que viniera nadie a decirnos: «Yo blanco, tú negro» (cuya connotación oculta es «yo bueno, tú malo»), éramos todas simplemente personas.
- Ni siquiera soy 100% negra. ¿Por qué las personas blancas se empeñan en llamar negra a toda aquella que tiene una tonalidad, o simplemente unos rasgos que no les cuadran? ¿Y por qué yo me tengo que callar y sentir identificada con eso? Asumir que soy negra es negar al menos media parte de mí. Independientemente de la relación que haya tenido o dejado de tener con mi familia blanca.
Yo no nací negra, nací persona. Me convirtieron en negra les primeres niñes que me lo dijeron en el cole. Les que me deshacían las trenzas y se burlaban de mi pelo. Y desde ahí, todas las veces que me han hipersexualizado, tenido seguratas pegados al culo en tiendas, o ignorado en los castings porque «no había papeles para mí»… Y hablando de castings, cuando me dedicaba al show business sí que he resultado ser demasiado blanca cuando se pedían personas negras. Fíjate tú.
Porque resulta que si te olvidas de mis rasgos y simplemente pones tu brazo al lado del mío, no verás tanta diferencia. Mi piel del invierno es la tuya del verano. Entonces, ¿Qué hace la raza? ¿El color, los rasgos, el prejuicio? Porque fuera de las connotaciones sociales, en humanos eso de la raza no existe, y son etiquetas, sin más.
Si tienes un rato, dale al enlace de la foto. Es un artículo fotográfico muy interesante que demuestra cómo lo de poner etiquetas de color está empezando a quedar bastante ridículo.
Todo este tema me rondaba mucho en la cabeza hace tiempo, pero ha sido ver este vídeo y pensar: ¡Gracias! Así es justo como lo veo yo. Por fin alguien que lo dice en alto y en vídeo. Otra fotógrafa.
En fin. He oído y leído a algunas compañeras decir que ser negra no es solo un color. Que no se trata del tono de marrón que tengas. Vale, pues entonces no nos definamos con el color. Ser negra es una forma de vida, una actitud, porque sabes que eres como eres porque te ven negra, y las experiencias que has tenido que vivir por serlo han formado en mayor o menor medida tu carácter. Y si ser negra no se quita quitando el color o el rizo o los vestidos de colores vivos, deberíamos hacerlo real. Yo soy afrodescendiente. Eso sí lo era cuando nací. Eso sí me ha dado ciertas peculiaridades físicas. Eso sí que me conecta con mis raíces. Y esa palabra nunca ha sido utilizada para insultarme.
Lo otro, amigas mías, se lo han inventado elles. Y a mí no me representa.
Respuestas