Kirikou et la Sorcière Cartel

Kirikú y la bruja

Siempre hay gente que nos desea el mal, aunque no se lo hayamos hecho. Hay que saberlo. Como que el agua moja y el fuego quema“.

Hoy en nuestra sección de #imperdiblesAFK os traemos un film del director  Michel Ocelot.

Kirikú y la bruja es una serie de capítulos sobre minicuentos, donde el director ha recopilado un montón de relatos africanos dándole cuerpo de historia única.

Las historias de Kirikú, nos muestran valores muy importantes de la sociedad africana, como la importancia de la familia y la conciencia de grupo, los núcleos del trabajo en equipo y la cooperación, centrados en la necesidad de vivir en armonía con el cuerpo, que es el hogar del espíritu. El paso del tiempo y el amor en todos sus niveles, como las pistas que guían nuestros pasos por la senda de la vida.

Los dibujos de Michel Ocelot, autor también de  Kirikú y las bestias salvajes y Kirikú y la hechicera, nos hacen reflexionar acerca de la posibilidad de lograr el cambio sacando lo mejor de uno mismo y de los demás para vencer los miedos.

Kirikú  es un alma distinta a todas las demás y cuyas sorprendentes capacidades hacen ver en él la esperanza de un pueblo que quiere recuperar su dignidad y dejar de sufrir, por eso su objetivo es  vencer a la bruja Karabá. Para ello, se esfuerza para conseguir lo que cree que es mejor para él y para su pueblo, y se convierte en un niño inteligente, creativo, asumiendo riesgos y siempre intentando superarse aunque le cueste mucho tiempo, por eso lo pregunta todo y reflexiona sobre las cosas antes de actuar.

“Le Rêve” (El sueño), de Douanier Rousseau (1910), es el cuadro que inspiró el estilo de dibujo para el universo de Kirikou.

El director quiere destacar la concepción de historia “para niños” tan diferente a la que nos llega de estudios de los Estados Unidos. Esas en las que vengarse prima y matar al malvado es motivo de orgullo. En vez de esto, se intenta entender al malvado, descubrir que no lo es tanto.  Y, sobre todo, que siempre existe una razón.

En la película podemos observar la figura de la bruja Karabá, que nos habla de que el  poder y el egoísmo hacen sufrir a las personas, tanto a quien lo recibe como a quien lo practica. Todo esto lo muestra la película con una simbólica espina.

También se contempla la vida del poblado, en donde la mayoría de la gente refleja las habladurías y prejuicios que algunas personas suelen hacer antes de conocer a los demás, sin segundas oportunidades y siendo muchas veces negativos y pesimistas.

Ante todo esto, podemos subrayar la actitud de perdón que desarrolla Kiriku, frente al rencor y deseo de venganza del pueblo. Eso lo podemos ver en el momento en que Kiriku conoce la historia de la bruja, ya que al saber de su sufrimiento decide perdonarla.

Un film plagado de simbolismo en el que los niños disfrutan pero el adulto puede ver perfectamente a la sociedad en la que vivimos reflejada de muchísimas formas, sin spoilers, dejaré que descubráis sus detalles por vosotras mismas, desde aquí, desde este enlace:

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