Audre Lorde

Empezamos la semana con esta #AFK_Quote de Audre Lorde, poeta, ensayista y activista, que viene siendo toda una condena a la base misma de la mayoría de los problemas del mundo.

«Los opresores mantienen su posición y evaden su responsabilidad por sus propias acciones.»

Nacida en el barrio de Harlem, Nueva York, en el seno de una familia migrada afrocaribeña, fue una gran devoradora de libros desde bien pequeña, escribiendo su primer poema a los ocho años. Creció escuchando las historias afrocaribeñas de su madre y al terminar la escuela se graduó en Filosofía i Literatura.

Desde su juventud mantuvo relaciones lésbicas, lo que le causó problemas para entrar en la asociación de escritores Harlem Writers Guild. (Hablamos de los años 50)

Después de graduarse se fue a México a continuar con sus estudios. Allí encontró una red de exiliados norteamericanos y sintió que su raza y su orientación sexual no debían ser motivo de vergüenza. Se dio cuenta de lo importante que era su voz, y empezó a utilizarla.

Cuando volvió a los Estados Unidos, con una autoconfianza renovada, estudió biblioteconomía y trabajó durante años como bibliotecaria, pero no se quedó callada. Su voz se había convertido en un potente instrumento que empezó a utilizar al hacerse miembro activo del Movimiento por los Derechos Civiles.

Se identificaba como guerrera, mujer, negra, madre, lesbiana, poeta. Planteó, entre otras ideas, que el racismo, el clasismo, el sexismo y la homofobia son cuatro tipos de ceguera nacidos de la misma raíz: la imposibilidad de reconocer el concepto de diferencia en cuanto fuerza humana dinámica. A lo largo de su vida, asumió su poesía y activismo como un trabajo para confrontar y exponer las injusticias derivadas de este tipo de fobias a lo diferente.

Entre sus obras más famosas destaca su libro de poesía Desde la tierra en la que vive otra gente, en sus primeros tiempos, y ya en los años 80 escribió Los diarios del cáncer, documentando sus cirugías, tratamientos y experiencias desde que fue diagnosticada de cáncer de mama. Este acabó pasando al hígado. Escribió un nuevo libro a finales de los 80 titulado Una explosión de luz, en el que reflexiona sobre la idea occidental de enfermedad, muerte y belleza física, así como el miedo a morir y la fuerza interior que sacan las personas que se enfrentan a esta enfermedad.

Audre es recordada por ser una ferviente defensora de quienes no tienen voz.