You-Are-My-Sunshine-2015_Wangechi Mutu

El silencio de las panteras

📷 portada: @WangechiMutu

“Y empecé a reconocer una fuente de poder dentro de mí al darme cuenta de que no debía tener miedo, que la fuerza estaba en aprender a ver el miedo desde otra perspectiva. (…) 
Tu silencio no te protegerá. 
Pero cada intento que había hecho por decir las verdades que aún persigo, me acercó a otras mujeres(…) Y fué la preocupación y cuidado de todas esas mujeres lo que me dió fuerzas(…)”

Audre Lorde

Este texto está escrito desde las entrañas, pero no desde el calor del momento.
Es el culmen de un proceso de violencia, a través del grooming y la misogynoir que son la marca de la casa del espacio Afroféminas, espacio que compartí entre 2018 y 2020.

Yo no fui la primera y por desgracia tampoco la última. No voy a entrar en detalles para alimentar el #traumaporn que está levantando esta situación.
Ni para echar sal en la herida extremadamente dolorosa que esto es para muchísimas de nosotras y que nos está removiendo tantísimo estos días.

Este texto es para nosotres, feminidades negres y afro y lo escribo por dos motivos: el primero para decir BASTA.

Y por qué ahora después de dos años de silencio?
Pues por afrosororidad, principalmente.
Nadie quiere ser quien ponga en la picota la cabeza de otra mujer negra, de otra persona negra en este mundo profundamente racista y específicamente antinegro en el que vivimos.
Nadie quiere exponer a une semejante a la violencia de esta cultura de la cancelación binaria en la que estamos inmersas.

Donde todo es absoluto, estereotipado y antagónico.
Un escenario en el que para muches resulta confortable poner a una mujer negra en un lugar de maldad OTRA VEZ. Sin matices, sin el imprescindible análisis profundo de la complejidad de la experiencia de las feminidades negras y afro y sus estrategias de supervivencia.

Nadie quiere generar ese lugar especialmente cuando esa persona a la que has admirado y querido te ha violentado y has tenido que recomponerte de semejante travesía. Y de ahí el silencio. Porque a veces simplemente quieres pasar página y rearmarte para poder seguir luchando desde otro lugar.

Las feminidades militantes -especialmente las feminidades negras y afro militantes en espacios negros- pensamos a menudo que «la ropa sucia se lava en casa» y que «no hay q darle armas al enemigo» (a.k.a. la blanquitud) y eso básicamente se traduce en soportar violencia externa e interna. Callamos en nombre de un supuesto bien colectivo que nos atrapa en esa espiral de proteger a nuestra comunidad, aún cuando ello implica inmolarnos a nosotras mismas.

Callamos en nombre de un supuesto bien colectivo que nos atrapa en esa espiral de proteger a nuestra comunidad, aún cuando ello implica inmolarnos a nosotras mismas.


Como feminidades negras y afro, nuestra identidad es colectiva, UBUNTU* es algo realmente encarnado por nuestra experiencia vital. 

Nuestra realidad está atravesada por múltiples violencias y eso a menudo, demasiado a menudo, nos atrapa entre encrucijadas que nos obligan a priorizarlas, a jerarquizar esas violencias porque no podemos con todas a la vez y -muy importante- porque“mostrar desunión como comunidad nos traerá debilidad ante la violencia -que consideramos- principal”(osea,el racismo ejercido por la supremacía blanca).

Esto es un error en sí mismo, puesto que el propio ejercicio de intentar leer por separado violencias que están entretejidas y son, por tanto, inseparables, invisibiliza aún más la mysoginoir como forma específica de racismo antinegro. 

Partir de un abordaje erróneo solo nos lleva a desatender las violencias que se dan en el seno de nuestras comunidades, que se traducen en más peso sobre nuestras vidas y eso finalmente debilita la comunidad que pretendia fortalecer y proteger.

También estamos atrapades en los estereotipos de super-mujer-negra-indestructible, que primero nos alejan de las posibilidades de mostrar cualquier tipo de vulnerabilidad -y no por no poder mostrarla deja de existir- y segundo nos aleja de cualquier posibilidad de reconocimiento de la necesidad de ser protegidas cuando mostramos mínimamente esa vulnerabilidad. Especialmente entre nosotres.

Y no es fácil reconocer esto, pero estoy segura de que a muchas les resonarán estas palabras. Por vosotras va.

Hagamos autocrítica. Porque es importante reconocer que ese silencio, motivado por la autoprotección individual y colectiva -pero silencio al fin y al cabo- es lo que ha permitido que pudieran darse las violencias ejercidas durante años en el espacio de Afroféminas hacia feminidades negras y afro.

No hablar antes -por imposible, inoportuno y doloroso- ha permitido que un incontable número de feminidades negras y afro hayan sido violentadas, agredidas y a su vez hayan reproducido esas violencias con otres compañeres.

Porque SÍ, esto ha pasado hermanes.
Esto NOS ha pasado.

Y no ha sido nuestra culpa, no podemos ni debemos cargar con la culpa de quién agrede pero sí hemos tenido responsabilidad en ello y no la podemos eludir.

El silencio que hemos guardado ha permitido que la toxicidad de una sola persona -marcada por sus propios procesos de violencia y trauma, no olvidemos- haya resultado en la despolitización de todo un movimiento impidiendo conscientemente su articulación como tal y dilapidando el capital político afrofeminista en este territorio a través de la violencia.

Una desarticulación que ha podido darse por inmadurez del movimiento, sumado a una referencialidad sobredimensionada y otorgada acríticamente por esa inmadurez. 

Por eso, el segundo motivo por el que escribo es para decir que estamos ante una oportunidad de construcción a través de la sanación.

Ha hecho falta un momento como este, en que otres compañeres han alzado la voz, para empezar a sacar la basura de lo que ya estamos viendo que es el #MeTooAfrofeminas
Y seguro que leemos y oímos excusas y victimismos varios, acusaciones peregrinas señalando el dedo que señala el sol y otras narrativas típicas de perfiles agresores, que es ante lo que estamos.

Pero estamos preparadas. Porque nuestra acción no se basa en la venganza sino en la sanación y protección colectiva. 
No nos activamos para destruir, nos activamos para construir. Para sanar.
No nos activamos desde el odio, sino desde el amor, desde el amor afrocentrado: político y comunitario.
Estamos en paz con nosotres, estamos juntas y ahí reside nuestra fuerza.

Y desde esa juntanza, les feminidades negras y afro, afrofeministas militantes o activistas tenemos una responsabilidad colectiva: reparar, sanar y construir.
Y para ello, hemos de identificar la violencia normalizada en nuestra relaciones, hemos de identificar cómo nos vinculamos a través del trauma como espacio de confort, hemos de identificar como ese confort nos lleva a perpetuar relaciones tóxicas, a soportar violencia para «pertenecer», a ejercer violencia para conceder pertenencia.

Hemos de identificar cómo nos vinculamos a través del trauma como espacio de confort, hemos de identificar como ese confort nos lleva a perpetuar relaciones tóxicas, a soportar violencia para «pertenecer», a ejercer violencia para conceder pertenencia.

Hemos de romper el ciclo y esta serie de testimonios y reflexiones nacidas del cuerpo de les que las hemos atravesado, ha de enriquecer ese proceso colectivo.
Al menos lo pretende.

Como digo a menudo, el afrofeminismo no existe.
No existe como movimiento al uso porque las afrofeministas estamos sosteniendo siempre otros espacios, porque las feminidades negras y afro somos la espina dorsal de la lucha radical negra y para “lo nuestro” nunca hay tiempo…

Y el afrofeminismo no existe… hasta que tiene que hacerlo.
Y es en momentos como este donde esas alianzas trenzadas con relaciones personales y políticas durante años, se activan como estrategia de resistencia comunitaria.

El afrofeminismo como algo tangible no existe, porque el afrofeminismo somos nosotras y la afrosororidad que nos profesamos para no dejarnos caer, nunca. Eso sí es bien real.
Cuidémonos hermanas, que la lucha es dura, el camino largo y recordemos: 

«somos las ancestras del futuro». 

En nuestras manos está que este momento sea el punto de inflexión que el Afrofeminismo en este territorio necesita para crecer, consolidarse y avanzar como la herramienta transformadora que todas sabemos que es. 
En nuestras manos está UJIMA**. Entonces, construyamos hermanes.

…………………

*Ubuntu: “Soy porque somos”. Filosofía sudafricana basada en el dicho popular zulú y xhosa: «Umuntu, nigumuntu, nagumuntu» que en zulú significa «una persona es una persona a causa de los demás».
**Ujima: Principio de Kwanzaa respecto al trabajo colectivo y la responsabilidad: la decisión de construir y conservar juntas nuestras comunidades, de reconocer y resolver juntas nuestros problemas”.

Imagen «You are my suschine» by Wagechi Mutu

PD1: Antoinette, como ya te dije en su día, te agradezco infinitamente que crearas Afroféminas y lo hayas defendido y dado la cara aun con el coste personal que eso ha tenido para ti. Infinitamente. 
Te agradezco que depositaras tu confianza en mí en un momento dado y todo lo que he aprendido a tu lado. 
Pero no te debo adoración ni pleitesía, ni yo ni ninguna. Tu criterio no vale más que el de ninguna de nosotras.
Y debo decirte que te has equivocado.
No has valorado lo que significa Afroféminas para las feminidades negras y afro, no has visto cuando tu creación se ha hecho más grande que tú misma y ha dejado de pertenecerte sólo a ti para formar parte de la vida de todas. 

Tampoco he visto que hayas hecho la menor autocrítica de porqué todas las que se han acercado e implicado en Afroféminas se han acabado desvinculando. Todas. Y siempre ha sido culpa de las demás por no estar a la altura, por no tener compromiso…curioso, no?
En vez de fortalecer el espacio de sostén colectivo que estábamos creando, que también podría haberte sostenido a ti, permitiste que tu situación personal marcase el rumbo de un proyecto que era colectivo.
Porque Afroféminas y Antoinette no son sinónimos y nunca lo fueron para nadie más que para ti. Y atrincherarse en esa idea nos ha perjudicado a todas, lamentablemente.

Suerte en tu camino.

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PD2: Nota para la blanquitud,
Que estemos haciendo esto público no significa en absoluto que se abra la veda para que la blanquitud desubicada, creyéndose aliada en defensa de las mujeres negras violentadas, salga en masa a cargarse el espacio de Afroféminas.
La plataforma ha sido un altavoz de valor incalculable para muchas mujeres negras de habla española y como tal sus testimonios deben ser respetados.
Porque SON ELLAS/HEMOS SIDO NOSOTRAS las que han/hemos levantado ese espacio virtual a golpe de teclado, de lágrimas y de abrir nuestros corazones para exponer nuestro dolor y a su vez nutrir los procesos de otras.

El portal de Afroféminas ha significado mucho para miles de jóvenes y mujeres negras y afro en sus procesos de crecimiento y sanación como afrodescendientes.
Eso sigue siendo sagrado y debe permanecer lejos de las garras de la blanquitud.
No nos uséis como arma arrojadiza para el escarnio público de una mujer negra porque eso sería instrumentalizar nuestro dolor para vuestro deleite. Un dolor que os sigue siendo ajeno y del que, circunstancialmente, sois espectadores. Eso es todo.

Nosotras, como feminidades y colectivas autoorganizadas somos perfectamente autosuficientes en la gestión de nuestros conflictos internos, aunque os permitamos percibirlos, como en este caso.
Para seguir colectivas afrofeministas REALES -varias de las cuales (no todas) están formadas por ex-miembros de Afrofeminas que han sufrido o sido testigos de  la violencia de ese espacio y han salido para seguir luchando desde espacios propios- puedes seguir a:

Colectivo Afrofeminista · Afrofemkoop · Afronomadness · AfroChingonas · Afrontera Colectiva · AfroGalegas · Biznegra · La Güira · Red Afrofem · Afrocolectiva

Basha Changue
Abril 2022

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