Postureo antirracista

A las afrofeministas a menudo se nos acusa de ser divisivas por señalar que el racismo es el factor determinante en la opresión misógino-racista de la que somos objeto. Pero lo que nos separa, ¿no es el racismo?

Nuestras reivindicaciones no buscan validación, no tienen el foco en lo bien o mal que se puedan sentir las feministas hegemónicas al respecto. Sencillamente señalamos una obviedad para nosotras que suele pasar desapercibida a otras. Negarlo, excusarse en el manido #notall y apelar a la ~~hegemonía~~ unidad del feminismo, es lo que se conoce como fragilidad*, en este caso, blanca. Y es una estrategia privilegiada para no hacer autocrítica.

De eso ya se ha hablado largo y tendido y no voy a redundar.

Hoy quiero hablar de otra forma de reaccionar, la del “postureo antirracista”.
Vemos cada vez con más frecuencia (y preocupación) que la consigna “el feminismo será antirracista o no será” se contamina de extractivismo cuando esa práctica antirracista superficial se centra en temas más o menos populares pero sin profundizar en ellos.

Entonces vemos personas blancas antirracistas reivindicando de oídas el cierre de los CIE, pero que no saben, por ejemplo, que la nacionalidad se hereda (no se da por nacimiento) siendo el resultado que personas nacidas y criadas aquí, tengan que pedir permiso para residir en su propio país.
O que, como circunscriben el racismo a la migración, desconocen las implicaciones psico-emocionales que tiene para las personas racializadas autóctonas el cuestionamiento constante de nuestra identidad. Porque sí, el racismo también va de eso.

Efectivamente, el feminismo va de antirracismo porque el feminismo va de igualdad de trato, de igualdad de oportunidades y de la justicia que hay que apuntalar por el camino.
El feminismo no va de mirar por lo mío y luego cada uno ya se espabilará con sus “opresiones añadidas”, como pretenden algunas. Porque entonces, cuando las mujeres bancas sean iguales que los hombres blancos, nosotras estaremos igual de jodidas.

Si jerarquizáis el género por encima de otras opresiones, o dicho de otra manera, si patriarcalizáis el feminismo y trasladáis aquí las lógicas de poder, dictando las prioridades según os atraviesen o no, no estáis más que salvando vuestro culo. Y no, el feminismo no va de eso.

Ahora bien, ser interseccional, mirar por todas no quiere decir abanderar todas las luchas, y en eso muchas se pierden, que es de lo que hablamos hoy. No se trata de que hagáis vuestras todas las causas para “dar voz” a otras realidades. Eso no es ni ser sorora, ni ser interseccional. Eso es mas de lo mismo pero en lila.

Cada una ya tiene su voz, no necesitamos que nos den algo que ya tenemos. Necesitamos que cada uno haga autocrítica porque se trata de pasar el micrófono. Se trata de no apropiarse de los discursos de otres para evitar revisarse.

Se trata de tratar con respeto e igualdad a realidades que nos son ajenas, que no compartimos y que a priori no entendemos. Se trata de que todas las voces sean escuchadas con la misma respetabilidad. Sin juicios de valor, maternalismos u otros filtros eurocéntricos contaminantes.
De pensar antes de preguntar cuando no entendamos algo y analizar qué impulso nos lleva a querer escrutinar y diseccionar algo para valorarlo y respetarlo.

Revisarse no es agradable, ni cómodo. Deconstruir nuestra socialización en este sistema patriarcal supremacista blanco no es fácil. Nos han enseñado a ver las cosas de una determinada manera y cambiar el chip es duro, pero es lo responsable.

El racismo es estructural, por lo tanto estamos socalizades en él y se requiere un trabajo personal a conciencia para mantenerlo a raya.
Constante y prolongado en el tiempo; no se puede bajar la guardia.

*Fragilidad (blanca): Incapacidad de validar las opresiones que nos atraviesan. Reacción defensiva ante las denuncias de dichas situaciones. En este caso personas blancas negando el racismo cuando una persona racializada lo menciona.